La historia y la evolución de los toldos
Los toldos y las lonas son habituales en nuestro día a día, viéndolos en numerosos edificios y comercios a diario, especialmente cuando el sol o la lluvia aprietan. Las terrazas de los bares, las tiendas locales o cualquier bloque de pisos cuenta con toldos para evitar la entrada del sol o la lluvia, pero lo cierto es que no siempre han estado con nosotros.
La aparición de los primeros toldos se remonta a Oriente Medio y África, donde las pieles y las alfombras eran colgadas en diferentes soportes para crear una especie de clima más refrescante de forma portátil. Lógicamente, viendo lo bien que funcionaban, muchas tiendas y mercados pusieron los toldos como la solución para tener sus negocios frescos.
La siguiente civilización que hizo un uso evidente de estos artilugios es, como no, la romana. En las ciudades romanas era relativamente frecuente encontrarse con toldos para las tiendas y comercios que tenían los mercaderes. De hecho, en el coliseo romano, se extendía un tipo de lona llamada velario, con un material muy parecido al de las velas de los barcos, para cuidar la superficie de las inclemencias meteorológicas
La aparición del toldo moderno que conocemos
Durante todo el siglo XIX los toldos se hicieron populares en diferentes países europeos, además de Estados Unidos. Pero el toldo, tal y como lo conocemos hoy en día, no apareció hasta finales del siglo XIX en París, instaurándose poco a poco en pequeños comercios de la ciudad hasta convertirse en un elemento muy frecuente.
El desarrollo de la tecnología de los toldos hizo que poco a poco se empezara a pasar a lonas que estaban directamente unidas a la pared, de forma que ya en el siglo XX la utilización de los toldos era masificada y cualquier ciudad contaba con numerosos comercios que tenían toldos incorporados a la estructura del edificio.