La evolución de los toldos desde la antigüedad
Los toldos forman parte de numerosos comercios y edificios. Estamos acostumbrados a verlos de forma abundante en cualquier ciudad, bien en terrazas de bares, en balcones de bloques de pisos o en tiendas locales. Pero la realidad es que siglos atrás estos artefactos eran difíciles de ver, ya que el tejido con el que se fabricaban no era tan fácil de conseguir.
Si queremos descubrir cuando aparecieron los primeros toldos, podemos remontarnos a la civilización egipcia, donde ya se utilizaban pieles y alfombras para proteger a los ciudadanos del sol y de condiciones meteorológicas adversas en los mercados y en las viviendas. La siguiente civilización donde resulta evidente la utilización de toldos es la romana. De hecho, en el coliseo romano se extendía un tipo de lona, llamado velario, cuyo material era parecido al de las velas de los barcos, pasando posteriormente a sustituirse por lino.
Ya en el siglo XIX, se empezaron a fabricar toldos que recuerdan a los que se utilizan hoy en día. Estos artilugios se utilizaban en diferentes partes de la ciudad, especialmente en espacios públicos e institucionales.
La aparición del toldo moderno, un gran avance
La aparición del toldo, tal y como lo conocemos hoy, se sitúa en París, a finales del siglo XIX. Fue instaurándose poco a poco en pequeños comercios de la ciudad hasta convertirse en un elemento muy utilizado.
En cualquier caso, la estructura de los toldos fue evolucionando poco a poco, de forma que se empezaron a crear lonas directamente unidas a la pared, cosa bastante típica en nuestros días. Ya en el siglo XX ya la utilización de toldos estaba completamente popularizada y caminando por la ubre se podían ver numerosos comercios y ventanales con lonas incrustadas.
En cuanto a la aparición en España, se data en 1936 su aparición en el país, gracias a Canut García, que tras un viaje a París se dio cuenta de la gran utilidad que podía tener y lo importó al territorio peninsular.